domingo, 27 de abril de 2008

Sácame guapa en la foto

Odio la Fórmula 1.

Este “deporte”, por llamarlo de alguna manera, me ha tenido 12 horas el sábado y otras 6 más el domingo paralizada sin tareas a la vista. Es duro estar metida en una oficina todo el fin de semana con un espléndido sol en el exterior, pero más lo es pasarse casi 24 horas sin poder hacer gran cosa.

Pero no es de eso de lo que quiero hablar. El caso es que el despliegue del informativo del sábado a mediodía desde Montmeló impidió que se emitiera una pieza prevista inicialmente sobre “unas lesbianas que repartían bollos” (porque así es como era descrita). Ese grupo de lesbianas no estaban allí para endulzar la mañana de sábado de todo aquel que pasara por la Gran Vía madrileña, sino que se reunieron para celebrar la Primera Edición de la Jornada por la Visibilidad Lésbica, en una reivindicación por la visibilidad, la libertad y la igualdad. Centrémonos en la primera reivindicación.

Lideraba el acto Boti García Rodrigo, representado a la Federación de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales, y afirmaba que “el término homosexual invisibiliza a las lesbianas, el término gay invisibiliza a las lesbianas”. Lo segundo es obvio, pero lo cierto es que da qué pensar. Ciertamente, ocurre muchas veces que, cuando en un medio de comunicación se quiere hablar de homosexualidad, se utiliza inadecuadamente la palabra gay. Pero no menos cierto es que cuando se usa el término correcto, esto es, homosexual, mucha gente piensa sólo en el componente masculino. En este sentido, la reivindicación del reparto de bollos (y pinchos de tortilla) tiene mucho sentido.

Pero la visibilidad no se consigue sólo a través de la utilización correcta de los términos. También es fundamental la representación. Y la representación de las lesbianas en los medios, también va por detrás de la de los gays. Es lógico que esto ocurra, ya que la representación de los gays ha sido siempre mucho más habitual, por lo que su evolución está infinitamente más avanzada. Porque aunque las “locas” siguen siendo los más habituales, han existido un Mauri y un Fernando (“Aquí no hay quien viva”) gracias a los que se ha mostrado otra tipo de gays. Y ellos son sólo un ejemplo, porque también está un Jesús Vázquez copando los programas con más audiencias de la cadena de la Fórmula.

El otro día me decía una amiga que en la representación de lesbianas era necesaria una inmediata transformación, porque las que salen en las series no son para nada realistas. Yo no estoy del todo de acuerdo con eso, porque auque sí que es cierto que la mayoría no son como Maca, y muchísimo menos como Vero (“Hospital Central”), estos dos personajes, y también la pionera Diana Freire (“Siete vidas”) y la magnífica Bea de “Aquí no hay quien viva”, han conseguido que se muestre y hasta se haga habitual un tipo de lesbianas muy alejadas de las típicas con camisa de cuadros y gafas de pasta de las que nos hablaban en “El otro lado de la cama” (y que también en la película parodiaban con el personaje de Natalie Poza, otra buena representación). Y esto ha pasado casi de la noche a la mañana.

Me decía también mi amiga que aparte de no estar de acuerdo con la proliferación de esos personajes por su falta de realismo, creía que iba haciendo falta más variedad. Yo creo que esa variedad no ha llegado simplemente porque la evolución es lenta. Ya se han dado, sin embargo, algunos casos, como el de la serie de internet “Chica busca chica”. Pero se trata sólo de una serie enfocada y dirigida hacia el público lésbico. El siguiente paso debería ser la mostración de dicha variedad en las series con un target y una difusión más amplios. Un muy buen ejemplo de esa variedad es la serie británica “Sugar Rush” (imagen), fresca, divertida y para (casi) todos los públicos. Muy recomendable.
Pero ya se sabe, en España, en ciertas cuestiones, siempre vamos por detrás.

Cierto es que queda mucho por hacer, así que espero que el haber cambiado la batalla por la pole en Montmeló el sábado por la mañana por el reparto de bollos sirva para algo. Veremos.

jueves, 24 de abril de 2008

"El cine también se lee"

La Noche de los Libros resultó ser un despropósito. Para empezar, porque de noche, nada. Si ya sabemos que el 23 de abril es el día del libro, ¿por qué inventarse lo de la noche y luego fijar todos los actos de 5 a 9 de la tarde?.

Por otra parte e independientemente del horario, la verdad es que la oferta era bastante amplia. Yo desplegué el programa y fijé de inmediato mi objetivo: 18:00 horas – Librería Ocho y Medio – Charla de Álex de la Iglesia y Julio Medem. Allá que fui.

Llegué poco después de las 6 en punto y aquello estaba a rebosar. Intentaba hacerme hueco, pero a duras penas avanzaba unos centímetros más allá de la entrada. De pronto, un susurro cercano, de uno de los dueños de la librería a su socia: “Álex no viene”. Efectivamente, pocos minutos después, la noticia se hacía pública desde el escenario. Algunos abandonaron, otros nos hicimos con una copa de vino y a esperar. Y a esperar. Y a esperar… Pasadas las 6 y media, la misma voz que antes reaparece en el escenario: “Estamos llamando a Julio y no nos coge el teléfono. Siendo la hora que es, no creemos que venga”. Estampida, porque las botellas de vino ya hacía rato que se había vaciado. Yo aproveché los descuentos de un día tan señalado y me hice con un libro y una rosa. Me acerqué a la salida, ya tan contenta con el potencial regalo que llevaba en las manos, cuando… Allí estaba, Julio Medem… Así que me quedé, supuestamente a escuchar una pequeña lección maestra, sobre cualquier cosa, de aquel hombre que consiguió que empezase a interesarme por un cine que iba un poco más allá de las comedias románticas o las pelis de terror para adolescentes. Pero resultó que, como los de Ocho y Medio ya lo daban todo por perdido y Medem no se caracteriza precisamente por un imponente chorro de voz, lo poco de decía no se oía absolutamente nada. Y resultó también que, debido a la hora que era, los responsables del acto decidieron que lo único que iba a hacer era firmar libros. Y puesto que yo no estaba dispuesta a comprarme un guión de Caótica Ana, salí de allí con mi libro y mi rosa bajo el brazo para buscar un nuevo destino en esa tarde/noche tan literaria.

Pero no lo encontré.

Decidí irme a La Casa Encendida, donde se celebraban unos conciertos bastante chulos, aunque ya sabía de antemano que se necesitaba invitación… A ver si había suerte. No la hubo, como era de esperar. Aproveché el resto de la tarde para visitar dos exposiciones que empezaron hace poco, una de fotos de Ellen Kooi (aquí os dejo una de ellas) y otra de videojuegos titulada Try Again. Muy recordables ambas.


En conclusión, para ser el primer año que decidía aprovechar La Noche de los Libros, la cosa no salió para nada como esperaba. Pero por lo menos sirvió para que, por fin, regalase el tradicional libro con su correspondiente rosa. Me encanta esta tradición, aunque me faltó cenar pan con tomate para hacer el completo. Otro año será.

sábado, 29 de marzo de 2008

Dudosas acusaciones

Conocí la existencia de Clandestinos a través de la programación de la última edición del festival Lesgaicinemad celebrado hace algunos meses en Madrid. No sé mucho: es la historia de un chico joven que entra en contacto con ETA tras mantener relaciones con uno de los miembros de la banda. No pude verla en su momento y me arrepiento, porque me gustaría haber estado presente y poder negar ahora que durante la proyección se escuchasen gritos de “viva ETA”. Es algo que no me creo. Me parece un argumento fácil y zafio de los que se escandalizan con el estreno en otros festivales de esta película de Antonio Hens tras ver publicada la siguiente imagen promocional en la revista Zero.

Lo siento, pero tengo motivos para creer que los que acusan a Hens de hacer apología del terrorismo, es decir, el PP y la AVT, no estaban presentes en dicha proyección. Me parece que más bien lo que ocurre es que la AVT, como ya nos ha demostrado en más de una ocasión, no tolera una representación del terrorismo que no coincida al 100% con su concepción y su repulsa del mismo. Y claro, el PP siempre con las víctimas. Parece que no se dan cuenta de que existen otras formas de reflejar este problema, por ejemplo, haciendo “una sátira política sobre los nacionalismos radicales”, intención que ha manifestado en sus declaraciones el director de Clandestinos. Pero para qué escucharle o para qué ver la película. Su (pre) juicio ya está hecho.

Pero lo que me parece más grave aún son las declaraciones de la Unión de Oficiales de la Guardia Civil, que saltan directamente al insulto. Definen la película como una “bazofia inmunda e indigna”, que “amparada en la libertad de expresión, ataca de forma miserable la dignidad y el honor de un Cuerpo de seguridad que cuenta con 164 años de servicios a España”. Y se quejan, como no, de que se utilice dinero público para financiar este tipo de “basuras pseudo intelectuales”… Lo típico vaya, el manido recurso de los titiriteros.

La polémica está servida. Hasta tal punto que Joan Mesquida, el director general de la Policía y la Guardia Civil, ha declarado que se analizará la película para emprender acciones legales en caso de que “contenga elementos que puedan incurrir en algún hecho punible contra la institución”. Eso… ¿no es un poco censura?.

En fin, a ver si consigo verla.

Guiris


Pues yo no me encuentro turistas así de fiesta por Huertas…

Claro, que esta guiri proviene de la ficción, nada más y nada menos que de la próxima peli de Woody Allen, Vicky Cristina Barcelona. Me he encontrado con unos cuantos fotogramas en El País digital y se me ha alegrado la tarde. Promete.

Y esta semana habrá más guiris por Madrid, supongo que no tan espectaculares como Scarlett, pero también peliculeros, ya que ayer se celebró la inauguración de la primera edición del festival internacional Filma Madrid. No conozco ninguna peli de las que se programan, pero seguiré informando, porque ¡¡¡por fin tengo algo que hacer por las tardes!!!. Por lo menos durante una semanita.

jueves, 27 de marzo de 2008

Sexo, verdades y cintas de vídeo

El Tomate murió hace ya unas cuantas semanas. Algunos auguraron el declive de los programas del corazón, pero lo cierto es que día a día nos siguen informando de las idas y venidas del famoseo patrio. Pero aquí somos unos cutres. Dado que los “importantes”, aquellos famosos que se curran una carrera decente, ya sea mediante el cine, la música u otras artes, decidieron hace tiempo que preferían no airear su vida privada. Pero los programas del corazón siguieron haciendo su agosto gracias a los personajes creados en los cada vez más numerosos reallity o, ahora, talent shows. De Gran Hermano a La Noria.

En Estados Unidos no pasa eso. No hay Pantoja ni Fran Rivera (aunque sí Britney y Paris, que ya es suficiente). Allí los “importantes” sí aparecen en las revistas del corazón, quieran o no. Y esto es lo que refleja Dirt, cuyo genial (y acertado) eslogan dice: “La fama tiene un precio y ella está aquí para cobrarlo”.

Estuve enganchadísima a esta serie en verano, y ayer la recordé al ver publicada la noticia de su estreno en Fox España. La prota es Courtney Cox, una ex Mónica Geller irreconocible que en Dirt es la editora de dos revistas, la que da nombre a la serie y “Now”, algo más sofisticada. En esta serie, Courtney es Lucy Spiller, una especie de Patiño (salvando las distancias) despiadada, impúdica, retorcida y sin barreras a la hora de conseguir la bomba de la semana, pero mucho más fría y calculadora que la popular periodista de Antena 3. Su mano derecha es Don Konkey, un paparazzi esquizofrénico y solitario capaz de conseguir cualquier imagen a cualquier precio. Por otro lado está la pareja del momento, Julia Mallory, una actriz de moda, y Holt McLaren, actor respetado que anda de capa caída. Y para completar el reparto, Brent Barrow, el jefe de Lucy, y Willa McPherson, una joven periodista dispuestísima a abrirse camino, mi personaje preferido.

El piloto es un tanto confuso, demasiada información. En síntesis, vemos cómo Holt traiciona a una actriz, la mejor amiga de su novia Julia, para conseguir un reportaje en “Now” que le devuelva la notoriedad perdida y le consiga un papel en una peli. A cambio, tendrá que pagar convirtiéndose en uno de los topos de la revista “Dirt”. A partir de esta premisa, la historia se desarrolla con innumerables traiciones, chantajes, escándalos, y demás temas relacionados con este mundo tan frecuente en nuestras pantallas de televisión.

Lo mejor de Dirt es, sin duda, la evolución de los personajes. Por eso mi preferida es Willa, a la que prácticamente no vemos en el piloto pero que poco a poco va consiguiendo más y más protagonismo hasta convertirse casi en… No lo diré, que la ponen en Fox. Y si no se puede ver Fox, como es mi desdichado caso, a bajársela, porque es muy muy recomendable. Un consejo: hay que darle una oportunidad, porque no es la típica serie que enganche desde un primer momento. Hay que esperar a que el cambio en los personajes se empieza a notar.

Ah, y en uno de los últimos capítulos se produce el encuentro entra las ex Friends Mónica y Rachel y pasa esto… Parece ser que Jennifer Aniston, que en Dirt da vida a otra editora de revista sensacionalista. Otro motivo más para ver la segunda temporada que ya están emitiendo en Estados Unidos.

Y yo sigo ociosa, sin trabajo y esperando encontrar una serie lo suficientemente digna para cubrir el gran vacío que acaba de dejar Perdidos. Qué enorme la cuarta temporada…

Danzad, danzad, benditos

Hace unos días leí una de esas noticias que parecen de coña pero que son verdad: el tema del Baile de la Rosa, ese anual acto benéfico tan rancio que se celebra en Mónaco, será la Movida madrileña. Pues no me imagino yo a Carolina cantando eso de “suck it to me, suck it to me now”… Y menos de esta guisa. A Alberto sí me lo imagino un poco.

El caso es que es cierto, y este es el cartel de Juan Gatti que lo demuestra:

Me encanta.

El mismísimo Almodóvar cuenta cómo transcurrió la sesión de fotos en su nuevo blog, un nuevo sitio que visitar a diario.

lunes, 24 de marzo de 2008

Juno

CALIFICACIÓN
La historia más grande jamás contada, Jesús de Nazaret, Los diez mandamientos, pasando por El evangelio según San Mateo y quizá Jesucristo Superstar

Huyendo de la programación televisiva propia de las religiosas fechas que acabamos de dejar atrás, esta Semana Santa acudí con frecuencia al cine. Las elegidas fueron Sweeney Todd, No es país para viejos, Las hermanas Bolena y Juno. A falta de tiempo y de ganas, sólo hablaré sobre la última, a la que califico, de entrada, como una auténtica maravilla.

Empiezo fuerte: Juno es la mejor película que he visto en mi vida.
Vale, de acuerdo, objetiva y obviamente, no lo es. Pero existen algunas películas que, por unas cosas u otras, te llegan. Eso fue lo que me ocurrió desde el primer fotograma de Juno. Y hasta el último. Ocurre porque el conjunto de elementos que dan forma a una película se suman de tal forma que dan lugar a una perfecta armonía: los personajes y los actores que les dan vida, la música (espectacular banda sonora), la puesta en escena, la estética, una forma distinta de contar esa historia cien mil veces relatada… crean una película redonda.

En cuanto a la historia, se trata de algo sencillo, como ya he apuntado. La (en principio) típica historia de una adolescente que se queda embarazada y las decisiones que toma al respecto. Pero, en este caso, no se trata de una típica adolescente americana. Juno no es ni animadora ni la reina del baile de fin de curso, y el chico con el que se acuesta tampoco es el capitán del equipo de fútbol. Tanto ella como él, como el resto de personajes que intervienen, son diferentes, únicos. Hasta los que, tras un primer vistazo, parece más esteriotipados, el matrimonio que quiere adoptar al hijo de la protagonista, resultan no ser finalmente lo que parecían. Personajes complejos, cambiantes. Especialmente la protagonista, quien tendrá que asumir ciertas decisiones demasiado maduras para su edad, como ella misma dice en uno de esos brillantes y, en su mayoría, sarcásticos diálogos con los que la guionista Diablo Cody ha conseguido un Óscar.

Huí de la tele del salón y acerté con la elección, porque esta no es la historia más grande jamás contada. Es algo pequeño, que importa sólo a los que lo están “viviendo” en la pantalla. Pero también importa a aquellos que lo están viendo desde su butaca. Creo que el mayor acierto de Juno es su concreción. Una historia concreta que no se enreda en subtramas inservibles y que cuenta lo que quiere contar, algo sencillo pero preciso. Unos personajes perfectamente diseñados y al servicio de la historia y de la protagonista, pero secundarios de lujo. Una música también en consonancia con una estética, en mi opinión, muy acertada (aunque esto ya es algo personal), que me recordó en ciertos momentos a los cómics de Daniel Clowes, cuyas bases quedan sentadas desde los créditos iniciales (momento en el que ya sabía que la peli me iba a encantar…).

En fin, una peli absolutamente PERFECTA. Y me declaro fan incondicional de Elen Page.

Para terminar, un regalo: la última escena, una delicia musical.